viernes, 19 de febrero de 2021

Actividad de comunicación oral: Conversación en el aula.





Introducción:

En este artículo se plantea una propuesta de actividad de comunicación oral en el aula, como parte de la enseñanza de Lengua Española en Educación Primaria.

El lenguaje humano es un elemento esencial para la comunicación, pero también para el pensamiento y para el aprendizaje, puesto que el grado de desarrollo del lenguaje de una persona influye directamente en su capacidad de razonamiento y cognición.

“La estructuración del pensamiento del ser humano se realiza a través del lenguaje, de ahí que esa capacidad de comprender y de expresarse sea el mejor y el más eficaz instrumento de aprendizaje” (Labajo) .

Por ello, es clave la labor de los maestros de primaria como guías para que sus alumnos logren un adecuado desarrollo de su competencia lingüística.

Las actividades de mejora de la competencia lingüística les ayudarán a ir mejorando la organización de sus percepciones en categorías generales, a pensar mediante un discurso abstracto, a expresarse correctamente (interna o externamente), a entender a los demás y a construir y acceder a la memoria (individual y colectiva) construida mediante el lenguaje.

El lenguaje se puede utilizar para diversas funciones lingüísticas y es importante que los alumnos se entrenen en cada una de ellas. Para que el proceso de comunicación sea eficaz, conviene ejercitarlo de manera práctica. De este modo, los alumnos irán interiorizando las normas a seguir en el intercambio comunicativo con otros, podrán aprender y poner en práctica las reglas del lenguaje, así como trabajar sobre los puntos de mejora detectados con ayuda del profesor, todo ello considerando en cada momento el contexto en que se realiza la comunicación.

Se trata, en definitiva, de entrenar a los alumnos para que puedan desarrollar adecuadamente su competencia comunicativa y puedan ser capaces de manejar adecuadamente el lenguaje según el contexto socio cultural en el que se encuentren, organizando correctamente su discurso para hacer llegar eficazmente su mensaje e intención a los receptores de dicha comunicación. 

Pero también la expresión oral de los alumnos es una herramienta de ayuda y mejora para el profesor: “El habla abre una ventana al pensamiento de los estudiantes. Cuando los estudiantes hablan sobre lo que ellos piensan, el profesor/a puede desarrollar estrategias más efectivas para ayudarlos a desarrollar sus destrezas de pensamiento. Sus palabras pueden ser utilizadas como base para preparar sus subsiguientes experiencias de aprendizaje. Es decir, pueden ser usadas como andamiaje hacia su próximo nivel de pensamiento” (Pio Asto, 2016). Por tanto, las actividades de expresión oral son para el profesor una valiosa fuente de información para poder enseñar basándose en el aprendizaje significativo de sus alumnos.

Por otra parte, para que exista comunicación real con otros, tiene que darse un diálogo, una interacción comunicativa real entre emisor y receptor. Esta parte del proceso de desarrollo del lenguaje comienza hacia los 6 o 7 años según Piaget, de ahí que la etapa de Educación Primaria sea crucial para entrenar en ello a los niños de un modo práctico.

Si recordamos, “las etapas de Piaget son las siguientes:

  1. Etapa sensorio-motora (0 a 24 meses):
    • Es anterior al lenguaje.
    • Se contempla la existencia de un período e incluso el final de la misma dada por las primeras manifestaciones simbólicas.
  2. Etapa Preoperativa (2 a 7 años):
    • Los esquemas comienzan a ser simbolizados a través de palabras (habla telegráfica).
    • La última parte de esta etapa supone el surgimiento de la socialización.
    • El lenguaje alcanza un grado de desarrollo notorio. Aparición de las primeras oraciones complejas y uso fluido de los componentes verbales.
  3. Etapa de Operaciones Concretas (7 a 12 años):
    • Adquisición de reglas de adaptación social.
    • Se aprende que es posible transformar la realidad incluso a través del lenguaje.
  4. Etapa de Operaciones Formales (12 a 15 años):
    • Surgen verdaderas reflexiones intuitivas acerca del lenguaje, juicios sobre aceptabilidad y/o gramaticalidad de oraciones tratándose de una intuición consciente (Cruz, 2011).”  (Pio Asto, 2016)

Vemos cómo en la etapa de la Educación Primaria (7 a 12 años), además de la interacción comunicativa, aparece la adquisición de reglas de adaptación social, necesarias para que dicha interacción se realice adecuadamente.   

Por tanto, el objetivo de la enseñanza de la Lengua Castellana en Educación Primaria ha de ser el de desarrollar la competencia comunicativa del alumnado, aportarle los conocimientos necesarios para desenvolverse en cualquier situación comunicativa, siendo estos conocimientos los que articulan los procesos de comprensión y expresión (oral y escrita), adaptándose a los diferentes contextos y situaciones sociales en que se encuentre en cada momento.

Como parte de esta enseñanza práctica, y comenzando por los procesos de comprensión y expresión oral, planteamos aquí una propuesta de actividad de comunicación oral en gran grupo, consistente en una conversación en el aula sobre un tema concreto.

Desarrollo de la actividad:

Para realizar esta actividad de conversación en gran grupo, he elegido un 4º curso de Primaria, en el que los niños tienen entre 9 y 10 años, y la conversación será sobre el tema “los amigos”.

He escogido este tema, en primer lugar, porque la amistad y la relación con sus iguales, cobran especial protagonismo para el niño en este momento de su desarrollo.

A partir de los 8 años, el niño ha superado la etapa del egocentrismo y empieza a buscar la compañía de los demás. A partir de los 9 años, comienza a formar pandillas y a valorar a sus compañeros como amigos. Aún dependen de los adultos, que siguen siendo sus referentes. Van desarrollando su autoestima a través de la valoración que reciben de los adultos sobre sus trabajos y actividades, y aunque todavía se sienten inseguros, poco a poco van ganando autoconfianza. Se dan cuenta de que pertenecer a un grupo es mejor que estar solos y en la escuela participan activamente en las propuestas que se generan, perfeccionando así su interacción social y el trabajo en grupo. Esta es la edad de la integración progresiva del niño en otros contextos, sin olvidar que es la familia su grupo primario de referencia que aún ejerce una gran influencia sobre su educación. (DESARROLLO EVOLUTIVO EN EDUCACIÓN PRIMARIA-DESARROLLO AFECTIVO Y SOCIAL, s.f.)

Esta edad es fundamental en el desarrollo del pensamiento social, el niño se va integrando en los distintos grupos sociales más próximos a él y es consciente de que sus conductas son valoradas socialmente por los demás, aparecen los temores sociales como fenómeno evolutivo normal de su desarrollo psicológico:

Las experiencias en el campo de la intervención con niños entre los 6 y los 12 años (Selman y Lieberman, 1975), reflejan que las edades comprendidas entre los 8 o 9 años y los 12 años se pueden considerar un período fundamental para el desarrollo del pensamiento social general y de la experiencia interpersonal. (…). El niño mediante la aplicación de su estilo cognitivo propio y mediante sus relaciones personales, se va integrando en la familia, la escuela y la sociedad. (…) Desde los 7 años (Piaget, 1972), el niño está en el estadio del pensamiento lógico concreto y ya puede hacer inferencias lógicas, clasificar cosas y manejar relaciones cuantitativas entre cosas concretas. Ello permite al niño realizar todas sus actividades con mayor conocimiento, precisión, competitividad y responsabilidad, pero al mismo tiempo el niño siente una preocupación por cometer errores en sus acciones, puesto que sabe que se están valorando sus conductas socialmente. Los temores constituyen un fenómeno evolutivo normal hasta el punto de que la presencia de los mismos forma parte del desarrollo psicológico integral del niño. Los temores sociales en la edad de 9 años pudiéramos considerarlos como muy concretos y transitorios comprometidos con cambios evolutivos debidos a presiones ambientales. Como afirma Pelechano, (1984) parece que en estas edades aumentan gradual y sistemáticamente, tanto el miedo a los animales, a los fenómenos naturales y a los miedos "físicos", como a los miedos "sociales". (Martínez Rubio, Obrero García, Plaza López, & Soligo Prades, 1996)

He querido plantear el tema de los amigos en términos generales, sin formular un enunciado más concreto o una pregunta más cerrada, para facilitar que la conversación pueda ir fluyendo en función de las aportaciones que los alumnos vayan haciendo, cada uno desde su perspectiva subjetiva, pudiendo haber así distintos puntos de vista sobre el tema en función de las características de cada niño, de sus habilidades sociales, de sus experiencias personales, de su entorno social y familiar.

El objetivo es despertar en ellos la curiosidad por lo que los demás puedan comentar y que formulen preguntas entre ellos para conocerse y entender mejor el punto de vista de sus compañeros.

Los amigos, junto con la familia, son los principales referentes sociales de los niños en esta edad, por lo que puede resultarles muy motivador hablar de sus experiencias personales en este tema.

Este tema permite que todos los niños puedan participar en la conversación en igualdad de condiciones, pues a ninguno le será ajeno, ya que, todos saben lo que son los amigos y habrán tenido en mayor o menor medida, vivencias sobre las que poder construir su pensamiento y su discurso.

Considero además que este tema puede ayudar a los niños con más dificultades a la hora de socializar ya que les permitirá conocer las aportaciones de compañeros con menos dificultades, pudiendo aprender de ellos y adquiriendo recursos que les pueden ser de utilidad para su propia aplicación.

También es un tema que puede dar pie a otros de relevancia social presentes en el entorno escolar y no escolar, tanto a nivel local, como nacional e internacional, como pueden ser el aislamiento, la soledad, el acoso escolar, la integración en el grupo, la dependencia (de los videojuegos, de las redes sociales, del alcohol, las drogas, etc.). Al plantearse estos asuntos los niños tendrán la oportunidad de reflexionar sobre sus propias actuaciones a este respecto y aportar propuestas de solución.

La actividad de conversación se llevará a cabo en el contexto del aula de 4º de primaria, en la hora de Lengua.

Para su realización se dispondrán las sillas de los alumnos y el profesor/a colocadas en círculo, sin las mesas, de forma que todos puedan tener contacto visual con quien hable en cada momento. El profesor/a se integrará en el grupo como uno más para favorecer un ambiente de confianza en el que no exista miedo a equivocarse al intervenir.

Explicaremos a los alumnos que vamos a dedicar la sesión a tener una conversación entre todos los miembros de la clase sobre un tema que todos conocemos.

Todos vamos a participar y para ello tenemos que:

  1. Escuchar a los demás con educación y respeto.
  2. Pensar antes de hablar.
  3. Hablar alto y claro, explicándonos para que nos entiendan.
  4. Interesarnos en lo que dicen los demás y preguntarles cosas para indagar en lo que dicen, entenderles mejor o conocerlos mejor.

Así estaremos dialogando, que es algo muy importante en la vida, saber dialogar.

Para reforzar este mensaje, habremos colocado a la vista de los alumnos un cartel que recuerde los cuatro puntos del diálogo.

Incidiremos en que vamos a intercambiar ideas. No se trata de llevar razón, no es una discusión ni un debate.

“Esta intención de convencer al otro es uno de los principales obstáculos para la conversación, según afirman Herrera y Chahín (2007) (…) La conversación requiere que los interlocutores se desprendan de su tendencia a convencer para que se logre una verdadera escucha, entendida más que como una habilidad comunicativa como[...]  una  disposición  emocional  que  acepta  al  otro como legítimo otro en la convivencia, que valora la dignidad y la historia personal de quien habla, que configura un espacio de respeto mutuo lejano al egocentrismo mental que asume como único criterio de verdad el propio pensamiento.” (Arias, 2010, p. 122). (Barragán, Sánchez, & Neira, 2016)

En este sentido, les diríamos a los alumnos que todas las opiniones son igual de válidas, porque cada uno tenemos nuestras razones para pensar de una manera o de otra, y que lo importante es que escuchemos con respeto lo que los compañeros quieran compartir en voz alta, porque siempre podremos aprender a ver las cosas desde otro punto de vista que, a lo mejor, no se nos había ocurrido. Cada uno habla desde su experiencia y todas las experiencias son personales y valiosas, por lo que es importante escuchar y respetar lo que los demás dicen, aunque sea distinto a lo que uno opine. Puede que esté equivocado él, o yo, o los dos, o ninguno de los dos, porque no hay una respuesta correcta, no es un examen. Simplemente vamos a charlar, en confianza, con nuestros compañeros, y así también podremos pensar sobre el tema y ver si podemos cambiar en algo nuestra forma de actuar para mejorar alguna cosa.

También les diríamos que para que pueda haber conversación es necesario fijar unas normas entre todos y unas consecuencias en caso de que no se cumplan. En este punto, les dirigiremos de forma que se puedan acordar normas encaminadas a pedir y respetar el turno de palabra, estar tranquilos sin molestar, escuchar en silencio al que habla, respetar a los demás, participar. Pediremos participación a todos los alumnos en el consenso de las normas, pero especialmente nos aseguraremos de contar con la implicación del alumno que presenta una conducta disruptiva y del alumno con dificultades para participar en voz alta. De este modo les haremos saber que contamos con su compromiso para la adecuada participación en la actividad. 

Una vez acordadas las normas y las consecuencias, las escribiremos en la pizarra de manera que todos podamos verlas durante el desarrollo de la actividad.

“Uno de los principales elementos preventivos (de las conductas disruptivas), será tener unas normas en clase que se deben explicar de una manera clara y concisa. Dependiendo del curso al que se esté impartiendo clase, sería interesante que sean los propios discentes los que elaboren las normas, ya que será mucho más motivador para ellos y serán más conscientes de lo que deben respetar ya que han sido ellos mismos las que las han redactado. Por supuesto esta labor debe estar supervisada siempre por el docente. Las normas de clase deben estar en un lugar visible dentro del aula para que los alumnos las vean y recuerden. (Gómez, & Da Resurrección Cuña, 2017)

Después de trabajar las normas de la conversación, el profesor/a escenificará ejemplos de conversaciones para explicar a los niños lo que no hay que hacer y lo que sí hay que hacer. Recordará la importancia de escuchar y respetar al que habla, porque está compartiendo con nosotros cosas de las que podremos aprender.

Es importante también que el ambiente, además de confianza y respeto, sea relajado, estimulante y motivador.  Para ello, haremos un planteamiento lúdico de la actividad que propicie que los alumnos se expresen oralmente en el aula. Esto ayudará también al alumno tímido a animarse a hablar.

“El trabajo pedagógico en el aula utilizando las estrategias lúdicas facilita el desarrollo de la expresión oral. Estudiantes que inicialmente tenían problemas de timidez, falta de comunicación oral, pasividad, etc. en la medida que participaban de las actividades pedagógicas empleando las estrategias lúdicas mejoraron significativamente su capacidad expresiva”. (Pio Asto, 2016)

Para lograr este ambiente lúdico, recurriremos a un recurso didáctico audiovisual: un corto animado sobre el tema.

“Cuando se utilizan los diversos tipos de materiales didácticos en el proceso de enseñanza– aprendizaje, se dan múltiples beneficios, que contribuyen al desarrollo integral de los niños y niñas. Entre los más relevantes se encuentran:

  • Los niños interactúan en forma lúdica
  • Estimulan la comunicación verbal y no verbal
  • Desarrollan habilidades del pensamiento
  • Mejoran la pronunciación y expresividad
  • Desarrollan la imaginación y creatividad
  • Hábitos de escucha
  • Relacionan unos objetos con otros
  • Desarrollo del pensamiento lógico
  • Promueve el trabajo ordenado
  • Estimulan el desarrollo de la motricidad fina
  • Integran al estudiante con su medio
  • Generan tolerancia entre las personas
  • Permiten reconocer figuras geométricas
  • Promueven el desarrollo de capacidades psicomotrices e intelectuales
  • Unen en forma lúdica lo concreto con lo abstracto

Si se utilizan las nuevas tecnologías de la información en el trabajo docente – estudiante se favorecerá la interactividad, retroalimentación, así como la autogestión del aprendizaje.” (Freré Franco & Saltos Solís, 2013)

A continuación, les diríamos que vamos a hablar del tema “los amigos” y que lo primero que vamos a hacer es ver un vídeo cortito: “vamos a ver un vídeo en el que los personajes no hablan. Tenéis que fijaros muy bien y pensar sobre qué trata el vídeo porque luego lo vamos a comentar entre todos”.

Seguidamente, veríamos el vídeo (que trata sobre la amistad y dura 3 minutos y medio) en el siguiente enlace:   https://www.youtube.com/watch?v=RJnJ-6gjkCY


Una vez visto el vídeo, el profesor/a comenzará la conversación con una pregunta abierta: entre todos, vamos a ir poniendo palabras a lo que hemos visto, ¿de qué trata la historia del vídeo?

Para facilitar que la conversación fluya, el profesor/a irá lanzando preguntas relativas a lo que haya dicho el anterior participante: ¿queréis saber un poco más sobre lo que acaba de decirnos? ¿qué os parece? ¿estáis de acuerdo con lo que dice XXXX? ¿alguien lo ve de otra manera? ¿por qué? ¿alguien quiere añadir algo más sobre esto?

También podrá ir planteando preguntas que centren a los alumnos en el argumento de la historia: ¿qué les pasa a los personajes de la historia? ¿hay algún problema o situación que deban resolver? ¿por qué? ¿cómo lo hacen? ¿cómo se sienten? ¿cómo termina la historia?

Una vez consensuado entre todos el argumento de la historia, se pasará a relacionar con el tema de los amigos: ¿qué creéis que tiene que ver esta historia con el tema de los amigos?

Aquí también nos podemos ayudar de preguntas de andamiaje del tipo: ¿qué es para ti un amigo?

Durante la conversación, el profesor/a animará a que los niños participen de manera espontánea, reforzándoles con un reconocimiento verbal del tipo “muy bien (nombre del niño/a), te escuchamos”.

Iremos dando tiempo a los niños para que vayan participando y puedan explicarse, procurando dejarles hablar, sin intervenir a no ser que sea para poner orden.

Es de esperar que los niños de estas edades quieran participar, pero en caso de que veamos que alguno no se atreva, podremos invitarle diciéndole: ¿qué opinas (nombre del niño)? “¿has entendido lo que ha dicho el compañero o quieres preguntarle algo o que te aclare algo?  ¿estás de acuerdo con él o tienes un punto de vista diferente?”.

En caso de que la conversación se quede estancada, podremos ir planteando las siguientes preguntas:

  • ¿Son amigos el pescador y el pájaro?
  • ¿Cómo se hacen amigos el pescador y el pájaro?
  • ¿Qué cosas hacen juntos el pájaro y el pescador?
  • ¿Qué cosas sueles hacer con tus amigos?
  • Antes de ser amigo del pájaro, ¿cómo se sentía el pescador? ¿y después?
  • ¿Cómo te sientes cuando estás con tus amigos?
  • ¿Por qué piensas que el pescador deja que el pájaro se vaya volando? ¿Cómo se sienten los dos?
  • ¿Por qué crees que luego vuelve el pájaro?
  • ¿Por qué piensas que al final se van juntos el pescador y el pájaro?
  • ¿Cómo pensáis que uno puede hacerse amigo de otros niños o niñas?
  • A algunos niños les da miedo y no se atreven a pedir a otros ser su amigo. ¿Por qué crees que les pasa esto?
  • ¿Os ha pasado alguna vez? ¿Quién quiere saber lo que le ha pasado al compañero? ¿Qué quieres saber? pregúntaselo tú.
  • ¿Qué pasaría si le preguntas a un niño o a una niña y te dice que no quiere ser tu amigo? ¿Cómo te sentirías? ¿Qué harías? ¿Le dirías algo? ¿Intentarías hacer otros amigos?
  • ¿Os ha pasado alguna vez? Cuéntanoslo.  ¿Alguien quiere preguntarle algo?
  • ¿Cómo crees que se puede sentir alguien que no tiene amigos?
  • ¿Cómo piensas que puedes ayudar a otro niño o niña para que también tenga amigos? ¿Cómo crees que os sentiríais los dos?

Con estas preguntas trataremos de facilitar la participación de todos los alumnos, de manera libre y espontánea, sin forzar, pero animando a que lo hagan, mostrando nuestro interés por todas y cada una de las opiniones, y reforzando siempre positivamente cada intervención.

“La formulación de preguntas es un medio de centrar la atención, mantener el diálogo, descubrir lo que saben los otros y hacerles pensar. Las preguntas nos ayudan a descubrir lo que los niños saben y piensan, ...Así además de hacerles preguntas, tenemos que estimularles para que las hagan ellos, indaguen e interroguen al mundo. Tenemos que utilizar las preguntas para comprobar lo que saben los niños, pero también para estimular su pensamiento, su aprendizaje y su formulación de preguntas.” (Fisher, 2013:47)

La mediación del profesor en la conversación, además del uso de las preguntas para centrar el tema e invitar a la reflexión y a la indagación de los alumnos, deberá servir para enseñar a los alumnos a ver cómo se recibe su mensaje de manera que puedan ir siendo conscientes de sus puntos de mejora.

“Cuando el profesor actúa como un buen interlocutor, contribuye al pensamiento del otro permitiéndole reflexionar sobre su discurso, ser consciente de las incoherencias que presenta, de las preguntas que suscita y de las dudas que sus palabras crean, haciéndole ver la necesidad de ampliar, especificar o sintetizar sus ideas.(…) Tomando parte en este tipo de conversaciones, el alumno puede, poco a poco aprender a ver «desde el otro lado», es decir, a tomar conciencia del punto de vista del interlocutor, representarse su mensaje desde quien escucha, haciendo que esa voz que en principio era exterior a él, sea internizada y funcione más tarde como control interior sobre sus propios discursos. Así aprenderá a construir sus monólogos.” (Ruiz Bikandi)

Es importante que el profesor/a no gestione el discurso tratando de llevar a los alumnos hacia las respuestas esperadas, sino que deberá trabajar desde la pluralidad y la diferencia, valorándolas positivamente, desde una escucha activa, como vías de enriquecimiento del diálogo. La escucha activa promoverá la participación de los alumnos y el clima de confianza deseado.

“En la conversación es necesario que se tengan en cuenta los distintos pareceres de las personas que en ella intervienen, ya que estos son los que pueden conducir a un verdadero discurso plurigestionado (Cassany, Luna y Sanz, 2005). Es necesario en la labor docente despojarse de la tendencia común que se tiene de convencer a los estudiantes de lo que se considera verdadero o correcto. Los seres humanos somos diferentes y es precisamente esa diferencia la que nos hace especiales, entonces no se debe pretender un mundo homogéneo en el que todos tengan los mismos pensamientos, ideales, anhelos y comportamientos.  Prever estas diferencias y sentir agrado por ellas, encauzarlas como algo positivo sin querer moldearlas de acuerdo a un patrón socialmente establecido y deseado, con seguridad conducirá a una buena conversación. Un aspecto importante es considerar al interlocutor como fuente valiosa de información, implica además de escucharlo, hacer válidos todos sus conocimientos y experiencias. En este sentido la escucha va más allá del simple hecho de darle la palabra al interlocutor, implica prestar atención a lo que dice, interpretarlo y demostrarle que está siendo escuchado. Si esto ocurre se dará una “tendencia a expresar más cosas, y con mayor profundidad y riqueza de detalles que si se nos escucha superficialmente” (Codina, 2004, p. 8).De esta escucha que se denomina escucha activa (Chaux, 2012) surgen entonces las preguntas, que dan una dinámica y un ritmo trascendente a la conversación, sobre todo cuando no buscan una única respuesta ni la verificación de lo que se dice, ni mucho menos las conclusiones adecuadas; es decir, no buscan complacer a nadie, sino que permiten explorar experiencias y sentimientos, descubrir nuevos planteamientos, nuevas inquietudes. Así como las preguntas son elementos básicos en la conversación, las reacciones que se presentan ante las respuestas también son importantes. Cuando existe una reacción de desaprobación a una respuesta, probablemente el interlocutor se desanime y pierda la confianza en él, en la conversación y hasta en quien conversa con él, tal vez no desee participar más. Pero si la reacción es la aprobación, o la indagación, se construye confianza y se estimula la conversación.

Los anteriores aspectos llevan a recordar que una conversación no debe ser gestionada por uno solo de sus interlocutores, sino por todos los que en ella intervienen, de tal manera que sus roles puedan intercambiarse. En este sentido, la mediación del docente es crucial, puesto que para conversar es necesario establecer y permitir una relación cercana con sus estudiantes, considerarlos y reconocerlos como interlocutores válidos y confiables, de los cuales también se puede aprender. Desde este punto de vista la conversación cobra un papel significativo en el aula, pues se constituye en un fenómeno que no solamente desarrolla habilidades lingüísticas, comunicativas y cognitivas, sino que principalmente desarrolla habilidades para la vida, competencias ciudadanas. La conversación no debería ser un medio para lograr objetivos pedagógicos, sino una finalidad pedagógica en sí misma, que se cumple si y solo si se transforman el papel del docente y el ambiente del aula.”  (Barragán, Sánchez, & Neira, 2016)

Otro aspecto importante que destacar sobre la mediación del profesor/a es que debe estar atento y tratar de que los alumnos no centren sus respuestas hacia él, sino hacia el grupo, hacia sus compañeros, para que se interesen en que estos los escuchen, les entiendan y les respondan.

El profesor/a procurará que todos los alumnos participen y para ello, les animará con entusiasmo y transmitiéndoles interés en su punto de vista y confianza en que lo harán bien. Tendrá que tratarles con comprensión, cercanía, paciencia y cariño.  A la vez, intentará despertar en ellos la curiosidad: “los pueden poner en contacto con el conocimiento y suscitar la búsqueda de respuestas existenciales sobre sí mismos. Si ocurre, se habrá constituido así una conversación educativa, cooperativa, colectiva, que disminuye la incertidumbre, consolida la convivencia, fortalece la identidad y la pertenencia. (Bazdresch Parada, 2012)

Para mantener el ritmo de la conversación cito aquí “la propuesta de Mercer (2001,81) con relación a cómo mantener fluida una conversación: "Si escuchamos lo que sucede en unas cuantas conversaciones cotidianas, casi siempre encontramos los siguientes elementos:

  • Referencias a experiencias previas compartidas.
  • Obtener información y ofrecer información.
  • Justificar ideas y propuestas.
  • Evaluar las aportaciones de los demás.
  • Repetir y reformular lo que dicen los demás". (Bazdresch Parada, 2012)

Por último, en la mediación el profesor/a recogerá lo que los alumnos expresen y lo reformulará sirviendo de ejemplo, sin corregirles, transmitiéndoles, a la vez que un modelo a seguir, la seguridad de que pueden explicarse adecuadamente por sí mismos.

“En los diálogos del aula, el modo de proceder en la comunicación y el habla del profesor sirve de modelo a los alumnos y es la referencia más cercana para ellos de cómo se debe usar la lengua en las tareas de tipo académico. Por otra parte, a través del diálogo, el docente recoge, reformula, sintetiza, «eleva» el discurso de aquellos, de tal modo que los aprendices van haciéndose poco a poco con esos modos convencionales y adultos de pensar y referirse al conocimiento.

Por ello es tan importante que, frente a la tentación de monopolizar la palabra, el profesor se proponga impulsar la expresión de niñas y niños, les haga sentir que pueden atreverse a pensar y a explicarse, les dé seguridad en sus hallazgos y en su propia voz y les ayude a encontrar la palabra justa.” (Bazdresch Parada, 2012)

Como indica (Labajo) el profesor/a no deberá descalificar a los alumnos con refranes populares sobre el valor del silencio (del tipo, “en boca cerrada no entran moscas”), ni interrumpir las comunicaciones espontáneas de los alumnos.

Con relación al trabajo específico con los dos niños problemáticos, para que el niño tímido participe activamente de la conversación, favoreceremos el intercambio comunicativo con él, sin ponerle en evidencia, dándole confianza y preguntándole cosas que sabemos positivamente que conocen (Labajo).

“Al tratarse de actividades lúdicas que requieren la participación activa y conjunta de los alumnos el docente deberá poner especial interés en animar y apoyar a los sujetos que no suelen intervenir de forma activa en el aula.” (Valles Fraile, 2016)

Para ello, el profesor/a puede “provocar pensamientos que hagan sentir mejor: todos nos equivocamos, (…), hay que intentarlo aunque salga mal...” (Valles Fraile, 2016).

El mismo autor sugiere que “para conseguir vencer la timidez de una manera adecuada hay que hacer que los niños tímidos ayuden a los demás, de esta forma no pensarán todo el tiempo en ellos mismos y se asombrarán de todas las cosas que son capaces de hacer” (Valles Fraile, 2016).

En este sentido, aunque no le asignemos un rol, tal vez podemos pedirle en momentos puntuales que ayude al profesor/a o a algún compañero a recordar determinados puntos previamente comentados, o a resumir lo expuesto sobre alguna de las cuestiones planteadas, siendo siempre algún tema que sepamos que va a tener éxito en su participación.  Este planteamiento de estar ayudando a otro, puede que le genere una sensación de cercanía y de confianza. En este sentido, “estructurarles en pequeños grupos resultará más beneficioso para los niños más vergonzosos pues de esta manera se encontrarán a gusto trabajando y los resultados serán más positivos”. (Valles Fraile, 2016)

Por otra parte, “en relación a los modos más exitosos para suscitar el habla de los alumnos en educación primaria, Joan Tough (1989) da cuenta de varias estrategias discursivas usadas por el profesor en el diálogo con sus alumnos:

1. Estrategias de orientación, que ayudan al niño a centrar el tema sobre el que quiere hablar: «Cuéntame qué has hecho» «¿Qué problema tienes?»
2. Estrategias de facilitación, dirigidas a profundizar en los temas suscitados con anterioridad. Pueden ser de tres clases:

  • Estrategias completivas, destinadas a ayudar al niño a dar un paso más allá en su pensamiento, a expresar sus ideas de modo más completo: «Dices que es difícil, ¿cuál es exactamente el problema?» «¿Se te ocurre algo más?» «Creo que te olvidas de algo importante»
  • Estrategias de focalización, son preguntas o comentarios que tienen como objetivo hacerle especificar o detallar la información. Con frecuencia son preguntas cerradas: «Has dicho que pasaban muchas cosas, pero sólo has mencionado una» «¿Cuántos eran los autores?» «¿A qué clase de plantas te refieres?»
  • Estrategias de comprobación, que exigen al alumno reconsiderar y reformular lo anteriormente dicho, valorando la justeza, la coherencia de sus ideas o la exactitud de su formulación: «Ah, y dices que todos eran iguales...» «¿Cuántos has dicho, setenta metros?»

3. Estrategias informativas: el profesor aporta información nueva sobre el tema que tratan, por medio de breves resúmenes, descripciones, historias, analogías, contrastes o argumentos. «En lugar de branquias tiene pulmones, así que no podemos decir que sea propiamente un pez» «la Torre de Pisa no es la única inclinada, en Italia mismo hay muchas más»
4. Estrategias de apoyo, dirigidas a dar seguridad a los niños, a valorar sus esfuerzos y animarlos a continuar desarrollando su pensamiento. Con frecuencia no son orales, sino físicas gestos, miradas de aprobación, etc.: «¿Ya veo, muy bien, sigue» «Lo has hecho tú sola?, ¡qué bien!»
5. Estrategias de finalización, destinadas a avisar del fin de la comunicación o del tema. Aseguran al alumno que el corte que va a producirse no se debe a una falta de interés en él o en su trabajo: «Bien, guárdalo y puedes ir a jugar» «Eso es, claro. Bueno, mañana tendrás que continuar» (Ruiz Bikandi)

El profesor/a podrá hacer uso de estas estrategias en cada momento con este alumno para tratar de animarle a intervenir en la conversación.

En lo que respecta al niño que no deja de molestar, presenta una conducta disruptiva que interfiere negativamente en el desarrollo de la actividad del grupo y, por tanto, en el aprendizaje de todos. Por eso, no debemos dejarle monopolizar la clase, para lo cual, limitaremos sus intervenciones y pediremos a los demás alumnos que den su opinión, motivando con diferentes temas a los indiferentes (Labajo).

Si es necesario, recordaremos a la clase que “aprender a hablar exige saber escuchar, saber ser un interlocutor colaborativo.” (Ruiz Bikandi).

“Podemos decir que una conducta disruptiva es aquel comportamiento del alumno que interfiere, molesta, interrumpe e impide que el docente lleve a cabo su labor educativa. Estas conductas además de perjudicar el desarrollo de la función docente también provocan un mal ambiente y malestar en el aula. El proceso de enseñanza-aprendizaje se verá dañado por estas conductas y como consecuencia el alumno no alzará los objetivos educativos planteados. (…) Torrego y Fernández, en su artículo “Protocolo de actuación ante la disrupción en el aula” (p. 105) recogen algunas propuestas de gestión y manejo de la interacción en el aula:

  •  Efectuar gestos y miradas que indiquen la conducta deseada.
  • Realizar indicaciones centradas en la tarea, no tanto en la persona.
  • Silencio del profesor ante la dispersión del aula.
  • Invadir territorio, acercamiento a la zona o alumno disruptivo.
  • Llamar la atención de forma seria y breve.
  • Utilizar el humor, no el sarcasmo.
  • Mensaje en primera persona.
  • Explicitar de forma breve las consecuencias derivadas de la conducta inadecuada.
  • Proponer diferentes opciones y que el alumno escoja aquella que prefiera, se castigue a sí mismo si es necesario.
  • Bombardeo de ideas (batería de preguntas sobre lo expuesto en clase, preguntas selectivas de acuerdo con un nivel de competencia).
  • Reflexión grupal sobre lo acontecido, pregunta al grupo: “¿qué pasa hoy?” (Gómez, & Da Resurrección Cuña, 2017)

Otras posibles medidas para corregir la conducta de este alumno podrían ser:

  • Refuerzos positivos (elogios verbales y de mirada, reconocimiento del trabajo, animo, proximidad corporal...)
  • Presión (exigencia de resultados y esfuerzo en la tarea), atracción (intercalar actividades distendidas), pausas (cambio de actividad).
  • Supervisar y controlar posibles desajustes antes de que ocurran, estar muy atento.
  • Promover el aprendizaje entre iguales y la cooperación

(Gómez, & Da Resurrección Cuña, 2017)

Es importante conocer al alumno para poder indagar sobre las causas de su conducta disruptiva.  “La clave del control eficaz de la clase en las diferentes edades radica en la comprensión de qué es lo que realmente desencadena el comportamiento de los niños y en la comprensión de las estrategias más apropiadas para guiarlos y orientarlos” (Fontana, 1994, p. 25)”. (Badía Martín, Gotzens Busquets, & Zamudio Villafuerte, 2012)

También es conveniente dedicar tiempo a conocer a los alumnos y establecer una conexión entre ellos y el profesor, además de crear una cultura de aula basada en la responsabilidad, el respeto y la confianza.

A este niño que no respeta las normas ni a sus compañeros podríamos implicarle en la conversación, haciéndole preguntas, animándole a ampliar la información que pueda aportar sobre el tema del que se esté hablando, de forma que se vea en la necesidad de escuchar activamente lo que los demás comentan para poder participar.

El profesor/a puede usar el ejemplo para que el niño aprenda por modelado la conducta adecuada, reforzando públicamente a los alumnos que lo hagan bien y recordando la importancia de la escucha activa desde el respeto y la tolerancia, así como el uso del turno de palabra y el cumplimiento de las normas acordadas.

Igualmente podremos utilizar la disciplina positiva con este alumno, reforzando positivamente con muestras de reconocimiento cada gesto que suponga una adecuación de su conducta.

Hay que procurar no reforzar la conducta negativa con un exceso de atención por parte del profesor/a y centrar su atención en los alumnos que sí respetan las normas de convivencia.

Se puede también llevar un registro escrito de las conductas no deseadas del alumno durante la actividad, que una vez finalizada, podremos mostrarle y comentar con él/ella a solas para que tome conciencia.

En caso de que imposibilite totalmente el desarrollo de la actividad del grupo, se puede aplicar disciplina punitiva previamente avisada y que dé al alumno la oportunidad de reflexionar y corregirse (retirada de un premio, como puede ser una buena evaluación, tiempo fuera no permitiéndole participar en la actividad).

En cuanto a la evaluación de la actividad realizaremos una observación continua que nos permita concluir si se ha cumplido el objetivo perseguido de crear una situación de conversación en gran grupo, en la que todos los alumnos hayan participado expresándose en voz alta, escuchando activamente e intercambiando con sus compañeros puntos de vista mediante preguntas y/o réplicas que les hayan permitido mantener un diálogo en el que se haya dado intercambio comunicativo real, respetando las normas establecidas.

Para la evaluación de la expresión y comprensión de los alumnos, el profesor/a tendrá en cuenta “la escucha activa, la participación en los momentos adecuados, la coherencia de las aportaciones en relación con lo que se está hablando, la claridad en la explicación y en la argumentación, la vocalización, la pronunciación y el uso correcto de la gramática (morfosintaxis y semántica)”. (Labajo)

Para la evaluación de la comunicación oral de los alumnos, podemos utilizar una rúbrica como la siguiente:  

 

Inadecuado

Aceptable

Competente

Pronunciación

Cuesta entender lo que dice o no se le entiende.

Se le entiende, pero algunas palabras las pronuncia mal.

Se le entiende con claridad y pronuncia correctamente.

Volumen

Habla muy bajo y no se le oye.

Se le oye, aunque a veces baja el volumen.

El volumen es adecuado y se le oye sin dificultad.

Postura

No se dirige al público cuando habla y su postura dificulta la comunicación.  

Tiene una postura normal, pero le cuesta mirar al público.

Se muestra relajado y mira a su interlocutor.

Vocabulario

Tiene un escaso vocabulario, impreciso y genérico.

Tiene un vocabulario básico y utiliza oraciones simples.

Su vocabulario es rico y variado y usa las palabras correctamente en las oraciones.

Fluidez

Su discurso no es fluido. Le cuesta iniciar y continuar el discurso, titubea, necesita apoyo del interlocutor.

Tiene escasa fluidez. Utiliza muletillas. No realiza pausas o estas son inadecuadas.

Su habla es fluida y espontánea, no usa muletillas, ni tartamudea.

Escucha activa

No escucha activamente a sus compañeros, no demuestra interés por otras posturas.

Escucha a sus compañeros, aunque le cuesta mostrar interés e indagar en lo que dicen.

Escucha activamente a sus compañeros demostrando interés por sus aportaciones e indagando en ellas.

Interacción

No interacciona con sus compañeros.

Realiza alguna interacción con ayuda del profesor.

Es capaz de interaccionar con sus compañeros de manera autónoma, manteniendo así el ritmo de la conversación.

Actitud

No respeta las normas, presenta una conducta disruptiva.

Respeta las normas en general, aunque a veces necesita que se lo recuerden.

Respeta en todo momento las normas y colabora activamente en el buen desarrollo de la actividad.

 Conclusión:

De cara a la aplicación práctica en mi futuro profesional como maestra, creo que es importante tener presente que la competencia comunicativa se debe trabajar como un objetivo pedagógico en sí misma, tanto en el área de lengua como en el resto de las áreas del currículo de primaria, ya que, sin una buena competencia comunicativa, el aprendizaje potencial del alumno se vería limitado.   

Para facilitar la comunicación oral, es importante conocer bien a los alumnos y crear desde el principio de curso un ambiente de colaboración, de confianza, de cercanía, de respeto, de tolerancia, que posibilite la participación sin miedo a equivocarse. Es importante también inculcar el valor de la diferencia y la pluralidad como fuente de autorreflexión y enriquecimiento. Es conveniente planificar la organización y funcionamiento del aula mediante normas acordadas con los alumnos.

Hay que fomentar en los alumnos que se expresen oralmente, no tanto para el profesor, sino para todo el grupo, no incidiendo en los errores que comenten, sino transmitiéndoles la confianza en que lo pueden hacer bien, y recogiendo el profesor sus aportaciones para reformularlas mostrándoles el modo correcto de usar el volumen, la pronunciación, las pausas, la escucha activa, el vocabulario, la formación de oraciones, etc.

Para todo ello, es importante crear un clima adecuado y elegir temas que sean del interés del alumnado por su momento en el desarrollo evolutivo en que se encuentren, y que conozcan y les resulte motivador. A ser posible, experiencias cercanas personales, más que contenidos teóricos de alguna materia.

Referencias: 

Badía Martín, M., Gotzens Busquets, C., & Zamudio Villafuerte, R. (2012). LA DISCIPLINA ESCOLAR DESDE UN ENFOQUE PSICOEDUCATIVO PARA PROMOVER UNA INTERVENCIÓN EFECTIVA DEL PROFESORADO. Espiral. Cuadernos del profesorado, 5(10), 65-77.

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